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sábado, 25 de diciembre de 2010

DISCULPEN LAS MOLESTIAS...

Hace poco, el recuperado líder cubano Fidel Castro volvió a repetir lo que había dicho el 17 de noviembre de 2005 en un discurso que llamó la atención, en especial de los jóvenes: " el más importante error -argumentó Castro- era creer que alguien sabía de socialismo, o que alguien sabía de cómo se construye el socialismo". En estas circunstancias, no se entiende por qué en los años '70 el mismo Fidel Castro declaraba que en cerca de 20 años Cuba iba a llegar al comunismo. ¿Saltándose el socialismo y parte del capitalismo?¿Castro prometió llegar a un "lugar" del que nadie sabía nada? Como dice la broma: ¿Castro es tan secreto que ni él mismo sabe lo que hace? El caso es que Cuba es un país socialista en el cual nadie sabe qué es el socialismo ni qué se está construyendo. Es decir, es como subirse a un avión, abrocharse los cinturones y que en la bienvenida el capitán X y su tripulación le digan a los pasajeros -en pleno despegue- que no se sabe cuánto durará el vuelo, ni cuál es el itinerario, porque no se sabe a dónde se dirige el aparato y, es más, que no hay pilotos, sino unos aficionados que se metieron a la cabina "a ver qué sale". Puede ocurrir en una película de Cantinflas, o sea que en Cuba se construía algo así como el "socialismo 777" ("a sus órdenes, jefe"). Con el agravante de que ningún pasajero vería con agrado que el capitán X termine su bienvenida con las siguientes palabras: "Patria o Muerte". Patria, gracias.
En Cuba no hay ninguno de los muy graves problemas del resto de Latinoamérica y se puede decir que, como Estado de Bienestar para toda la población, ha funcionado, y bien. Toda la población tiene derecho a satisfactores básicos, y de hecho los hay: el asunto de los derechos humanos elementales -los de verdad- está cumplido. Además, no se ha tratado de un proceso mayormente violento y ni siquiera hay una gran oposición digna de ese nombre porque, quiérase o no, Occidente convierte en oposición a quienes con frecuencia son delincuentes probados. Cuba les importa un rábano a esos paladines occidentales que, atacando a Cuba, buscan cotizarse mejor en Occidente. Cuba también ha destacado por su internacionalismo, una capacidad muy especial para brindar solidaridad, en particular en los ámbitos educativo y médico que, a fin de cuentas, debieran ser las obligaciones de cualquier verdadero Estado latinoamericano que prometa bienestar.
Más allá de un exitoso Estado de Bienestar, sin embargo, lo que hay en Cuba, como lo hubo en la Unión Soviética, es la idea de que todo debe ser gratuito y que no hay que esforzarse demasiado: Cuba también exporta toda una partida de gente cuyo sueño es tener lo mismo que en su país, pero al cubo, es decir, multiplicado las veces que sean posibles. Con ocio y sin mover un dedo. Es la contraparte del Estado de Bienestar puro. Cuando hay que hacerse de una ganancia en el exterior, el cubano que se aventura por cuenta propia saca lo peor: el mafioso, la jinetera, la "rumba", porque unas pocas décadas no son tantas y aún hay jóvenes que recuerdan "lo bien" que "se vivía" antes de 1959. Dentro de Cuba no es secreto el gusto por la mentira y el engaño.
El problema, según el menor, Raúl Castro, el "bellaco" del asunto, es que se copió a la Unión Soviética pero, además, se copió mal. Así que ha llegado el tiempo de reformas que no van sin riesgos. Raúl Castro parece haber querido evitar que el mando lo tuvieran quienes, sin conocer lo peor, pensaron que lo mejor era gratis y les era debido: Robaina, Aldana, Pérez Roque, Lage...El Estado de Bienestar exitoso cubano también engendró lo que engendran las clases acomodadas -medias, en particular- de Occidente. Otros en Cuba han conocido dificultades recientes, las del periodo especial, lo duro que fueron los años '90, por copiar, y copiar mal. Algo original sería hacer pasar en las reformas a los más jóvenes -aunque los años '90 se antojan noveles- junto a quienes, queriendo en 1959 lo mejor, no alcanzaron a ver el problema que creaban haciendo del socialismo un regalo. Combinar ideales con resultados concretos y recompensas al mérito verdadero es lo más parecido a la meritocracia, a lo que Raúl Castro llama "lo mejor del capitalismo" (aunque existe cada vez menos en el propio capitalismo). No hay ni puede haber pase automático al socialismo o, si se quiere, el socialismo es de quién lo trabaja y Marx no dijo otra cosa. Las iniciativas de Raúl Castro pueden tener éxito o fracasar, pero vale la pena el intento. Es decir, ver antes de despegar si el aparato en el que se piensa volar es un avión -y de calidad- o un viejo chevrolet que ya no sirve y cuyo capitán lleva un buen rato cantinfleando. En cuyo caso sería de nombrarlo el actor principal del proceso revolucionario, y el resto a lo suyo.

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