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martes, 27 de diciembre de 2011

GORBASHOW: QUEREMOS ROCK

A últimas fechas se han producido en Moscú protestas contra irregularidades -que sin duda las hubo- en las recientes elecciones legislativas rusas, en las cuales ganó el oficialista partido Rusia Unida, pero en retroceso frente al Partido Comunista.
Lo que da pena es que tercermundistas y comunistas extraviados se hayan ido a meter en las protestas moscovitas, menos multitudinarias de lo que parecen. En las protestas hay monarquistas y neo-nazis que nadie quiere. También hay personeros de la extrema derecha "liberal", como Boris Nemtsov, antiguo gobernador de Nizhny Novgorod felicitado por la hoy ex primer ministra británica Margaret Thatcher, y luego asesor del neo-nazi gobierno ucraniano de Victor Yushchenko. Nemtsov, como Garry Kasparov, han hecho lo posible por no aparecer vinculados al magnate Boris Berezovski, quien vive en Gran Bretaña y es todo un mafioso. También estuvo en las protestas el ex primer ministro ruso Mijaíl Kasiánov, quien ocupó el cargo a principios de la era Putin (2000-2004), y se encontraba igualmente el multimillonario ruso Mijaíl Projórov, quien tiene intenciones de competir contra el hoy primer ministro Vladimir Putin, en las próximas elecciones presidenciales. En suma, en las protestas de Moscú se encontraban oligarcas desplazados del poder y que sueñan con un país en manos de tecnócratas, mientras la población se dedica al oscurantismo monarquista o de extrema derecha nacionalista. Rusia sería así un país de caricatura. Lo inexplicable es que hubieran banderas comunistas en un mitin de esta índole.
El bloguero Alexei Navalni, presente en las manifestaciones, admitió tranquilamente que había estimado "al alza" el número de participantes en las concentraciones. A su vez, la organización Golos fue sorprendida mandando correos a Estados Unidos y preguntan el monto de facturación de las denuncias por fraude. Golos ha recibido apoyo de la USAID y National Endowment for Democracy, NED. De lo que se trata es de armarle a Putin una "revolución de colores" que facilite el desarme unilateral de Rusia, a lo que estaba dispuesto el ex ministro de finanzas Alexei Kudrin, también entre los manifestantes.
Por lo pronto, los tercermundistas y comunistas que estuvieron en las manifestaciones ojalá tengan idea de lo que hacen. En cambio, Alexandre Latsa, observador de la realidad rusa, sugiere que el sistema político de la Federación Rusa podría orientarse casi hacia el bipartidismo: en el centro-derecha estaría la agrupación de Putin y, hacia el centro-izquierda, el Partido Comunista. Contra lo que muestran algunos periódicos occidentales (los viejitos nostálgicos del estalinismo solitos en la nieve con su hoz y su martillo, etcétera...), el Partido Comunista tiene muchos de sus adeptos en lo que se conoce como "naukograd", el mundo de las ciudades científicas. De nueva cuenta, a mayor cultura, mayores son las posibilidades de votar por los comunistas.
El último líder soviético, Mijaíl Gorbachov, aprovechó las manifestaciones moscovitas, las celebró y le recomendó a Putin "irse". Según declaró Gorbachov, él se fue a tiempo, para que la gente recordara lo positivo que hizo. Nadie le niega el derecho a Gorbachov de engañarse: nunca se fué del poder, ni parecía que pensara hacerlo, sino que lo expulsó con una tremenda humillación Boris Yeltsin, el último de los borrachines y un antisocial de primera. Gorbachov nunca pudo defenderse ante Yeltsin, quien lo sacó del gobierno a puntapiés, y lo único que encontró fue culpar al Comité Estatal para el Estado de Emergencia.
Así que, para variar, Occidente celebra a quien vive en una ficción, contándose lo que nunca sucedió. Y no faltan los extraviados que quieran rematar tanto progreso con el agasajo a millonarios excéntricos y a zaristas y neo-nazis de opereta. Quienes festejan este tipo de "democracia" deberían exigir, a cambio de ocultar y ocultarse evidencias, boleto para el circo y una dosis individual y legal de mariguana: porque sí, todos tienen su derecho a la felicidad y lo que es más, a vivir de ilusiones, porque otros mundos son posibles y no están de más las visiones alternativas.

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