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sábado, 23 de junio de 2012

PANAMA: UNA (NO TAN VIEJA) HISTORIA

No es posible declarar que el líder nacionalista panameño Omar Torrijos murió en julio de 1981 en un accidente de aviación. Es preferible no decir nada -es un derecho- a desconocer evidencias que sugieren que Torrijos pudo haber sido víctima de un atentado.
A principios de la década pasada, el "sicario económico" estadounidense John Perkins afirmó en un libro, "Confesiones de un sicario económico", que el avión en que viajaba Torrijos al morir fue objeto de un atentado. El militar panameño incomodaba porque había decidido negociar con intereses japoneses un canal a nivel del mar, considerando lo obsoleto del Canal construido a principios del siglo XX. Otro militar, Manuel Antonio Noriega, podría haber estorbado por las mismas razones. Noriega fue capturado durante la invasión estadounidense a Panamá, en 1989, y llevado a Estados Unidos. En el juicio en este país, el abogado de Noriega, Frank Rubino, dijo que su cliente tenía pruebas de que Estados Unidos buscaba atentar contra Torrijos. Hay otros elementos que apuntan hacia un atentado, desde declaraciones de parientes de Torrijos hasta las de campesinos del lugar donde cayó el avión (aseguraron haber oído una explosión que se habría producido en el aire) y de los encargados de ubicar los restos de la nave y los cuerpos.
El choque entre intereses japoneses y estadounidenses nunca fue ventilado públicamente. Sin embargo, en los años '80 era frecuente oír diatribas estadounidenses contra el "Japón que podía decir no". Japón no dijo no. Cedió ante Washington en los Acuerdos monetarios del Hotel Plaza, en 1985. Estados Unidos consiguió doblarle las manos a los japoneses.
El cuento de que Estados Unidos intervino porque Noriega era narcotraficante no se sostiene. El documental "The Panama Deception", de Barbara Trent, demostró que el tráfico de droga subió, no bajó, a raíz de la intervención estadounidense en 1989. Por lo demás, basta ver la fisionomía de parte de Ciudad de Panamá para darse cuenta de que el dinero sucio alcanzó hasta para silenciar a quienes José de Jesús Martínez, escolta de Torrijos, llamaba "torrijitos". La otra bonanza fue la de las "áreas revertidas", que volvió el "desarrollo" -es un decir- muy "sonreíble" para unos cuantos. Aún así, no hay mucho de resuelto: la Voz de Rusia informa del proyecto de Canal vía Nicaragua. Alexei Pilko, responsable de informar sobre el proyecto nicaragüense, considera abiertas las posibilidades de que Rusia tenga algo qué decir (lo que de ningún modo significa injerencia, mucho menos en plan bélico).
El Tratado de Neutralidad Permanente del Canal y su funcionamiento estipula que, si la vía interoceánica panameña se ve amenazada en su navegación, Estados Unidos conserva el derecho de intervenir (luego de haber "mutilado" de facto el artículo V de esta parte sobre la Neutralidad). No hay ninguna amenaza hoy, ni siquiera de quienes tienen el derecho para ampliar la vía. Sin embargo, resulta que hay en Panamá la friolera de 12 bases aeronavales estadounidenses, según el portal Visiones Alternativas (bases en Chapera, Puerto Piña, Quebrada de Piedra, Rambala, Punta Coco, Isla Galera, Mensabé, Sherman, el Porvenir, Puerto Obaldía y San Vicente). Otras cuatro bases estarían proyectadas (La Palma, Isla Grande, Yaviza y Rodman). Ni siquiera el conflicto colombiano justifica esta cantidad de bases.
El problema de negar, o más bien dicho, "denegar" evidencias (sin siquiera contemplarlas) está en que entonces se entra en un asunto de ficción, que llega hasta incoherencias: por ejemplo, invadir un país -Panamá en 1989- para sacar a un "dictador" que mandó matar a un opositor, pero al precio de asesinar a centenares de panameños (las fuentes más "prudentes" hablan de 300 víctimas mortales por la invasión estadounidense). Para sacar a un matón, matamos en serie; para acabar con un narcotraficante, lavamos dinero en grande, y para asegurar la neutralidad de un lugar, lo ocupamos por todos los costados. Para lograr lo anterior, que carece de lógica, hay que instalarse en una negación de evidencias que termina por provocar que no se tenga principio de realidad. La invasión de Panamá en 1989 es, también, y por una estupidez que indignó a "Chuchú" Martínez, el inicio de una ficción peligrosa, la del "number one" que se las puede todas y con impunidad. Barbara Trent lo vió al señalar que la tecnología de guerra empleada en Panamá fue luego utilizada en Irak. Con un "shot" propio de un Centro Financiero Internacional, pareciera que no hay problema para meterse a la "burbuja" y contar o contarse lo que sea, con tal de que parezca "creíble".

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