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lunes, 10 de septiembre de 2012

EN EL BOSQUE DE LA CHINA

Al presidente ruso Vladimir Putin no le ha resultado su proyecto euroasiático. Una ínfima parte del comercio entre Europa y Asia pasa por Rusia: uno por ciento, casi nada. El 51 % del comercio exterior ruso se hace con Europa, mientras que 24 % corresponde a la región Asia Pacífico. Moscú quiere ahora reorientarse hacia el Pacífico, habida cuenta de la crisis en Europa Occidental y la inestabilidad del euro.
     Putin aprovechó el reciente Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico, APEC, para recomendar la creación de múltiples monedas de reserva. La idea sería limitar el impacto desestabilizador de los derivados financieros, y el jefe del Kremlin considera, por lo demás, que "la existencia de una moneda de reserva global única supondría para su emisor la tentación permanente de usarla en beneficio propio". No es la primera vez que Putin sugiere pensar en alternativas al dólar, y China ha sido llamada a tomar parte en este proyecto. Sin embargo, Beijing no responde.
     Gran parte del problema está en el supuesto de que China tiene algún proyecto. No: China "navega", pero no ha articulado una idea similar al plan euroasiático que perfiló Moscú, y que Estados Unidos se ha encargado de sabotear de múltiples maneras. Una porción no desdeñable de la dirigencia china está en la disipación más completa, viviendo en lujos insolentes, en la inmoralidad y llevando la degradación hacia abajo, a una sociedad entre molesta e igualmente grosera. A muchos occidentales, indignados por el tren de vida de la oligarquía rusa y su mafia, no les incomoda la corrupción entre los dirigentes chinos, aunque no es un asunto menor. Hay indicios de que la dirigencia china es mucho más disipada que la rusa, donde hay con Putin límites a lo que los ricos pueden permitirse (lo que los ha llevado con frecuencia a la oposición). El hecho es que China coopera mucho más con Estados Unidos que con Rusia. Y China es, con mucho, un país más corrupto que Rusia.
     Parte del escudo antimisiles asiático, que incluye radares de alerta temprana, se desplegará en Japón y Filipinas (además de Sudcorea). No es nada más cosa de congelar a China en lo militar. Serguei Ryabkov, viceministro ruso de Relaciones Exteriores, declaró muy recientemente que Rusia responderá al escudo antimisiles estadounidense en Asia, y que tiene ramificaciones hasta Alaska. No es que China no cuente: es que nadie podría asegurar que China "tiene un plan".

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