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lunes, 6 de mayo de 2013

UNA EXPERIENCIA RELIGIOSA

Martha Harnecker escribió alguna vez un libro, intitulado "Los conceptos elementales del materialismo histórico" , que estuvo -como "todo el mundo" sabe- entre los causantes de que cayera el gobierno socialista chileno de Salvador Allende, allá por 1973. Ese libro era un manual. Y, como "se" sabe, los manuales provocan golpes de Estado y traiciones de altos mandos militares. Seguramente el librito fuera también la causa de que más de un chileno (socialista), en el poder con Allende, pensara: "ahora nos toca a nosotros" (tomar "lo nuestro" del Estado, claro está). Qué terrible: en vez de repartir armas al proletariado, Allende le daba manuales.
    Esta historia es un rebote de otra: los soviéticos hacían manuales, desde el librito de Diamat hasta el Manual de Economía Política del tal Nikitin. Ser antisoviético era estar contra los manuales. La revolución es algo trascendente, no "de manual". De paso, la Harnecker (sic) había sido alumna del muy críptico Louis Althusser -un francés. Los sueños de la razón producen monstruos, así que, como "se" sabe (aunque la historia de vida del teórico francés no fuera conocida), Althusser, en un arranque conceptual, estranguló a su señora. Criticarlo fue un buen modo de quitarse de encima al colega de cubículo que fuera althusseriano. Parecía batalla de ideas, aunque solía serlo de cubículos y asistentes al cubículo. Imposible ligar a nadie: regalarle a la compañera de cubículo o de aula "Para leer el capital" no era una declaración de amor, sino una advertencia ("en cualquier momento, la praxis me obliga a estrangularte").
     Así que ser de vanguardia consistió en descalificar manuales nunca leídos ni asimilados, por cierto. La misma Harnecker terminó en parte en este socialismo de oficinistas, de "pequeñas cosas que-nos-dejó-un-tiempo-de-rosas", y hoy, la chilena se ha puesto a explicar: "Marx me hizo entender cómo hacer que las personas se amen unas a otras". Marx ya no es la Biblia. Es un Kamasutra de izquierda. Harnecker, quien fuera parte de Acción Católica, ahora ha descubierto que el "verdadero pensamiento de Karl Marx" es amor. "El nuestro -declara Martha Harnecker- es el socialismo de Marx, es protagónico, respeta las diferencias, busca la felicidad".
      Es el tipo de Big Mother de izquierda que provoca que el otro se arranque a decir que es "hijo de Chávez", a precisar que "le gustan las mujeres" -contundente gallito, como el Daniel Ortega de 1990 en Nicaragua, asesorado por el socialismo francés-, y a espetarle al rival que es un "burguesito llorón".
      Dame amor, o te parto la mandarina en gajos.

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