Ollanta Humala, presidente peruano, importa poco en los círculos de izquierda. Sin embargo, con Humala han existido progresos en la función pública del Perú. La Procuraduría Anticorrupción ha realizado más de 500 denuncias contra funcionarios públicos, sin miramientos, ya que también hay algunos familiares del presidente en la mira (Alexis Humala y Antauro Humala). En el Ecuador ha sucedido algo similar con un hermano incómodo de Rafael Correa.
En el Perú, las denuncias han demostrado la frecuente corrupción de los gobiernos populistas: hay varios apristas involucrados, incluso en "narcoindultos", y el ex mandatario Alan García no escapa a las sospechas. El silencio en algunos medios de izquierda -a diferencia por ejemplo de La Voz de Rusia, los portales cubanos no informan nada sobre Humala- debiera llamar la atención: después de todo, en los años '80 García era por su discurso contrario a la deuda externa un amigo más de La Habana. Es el mismo tipo de silencio que se guarda hoy sobre Brasil y Argentina.
También está bajo sospecha el ex presidente Alejandro Toledo, en su momento algo así como un "héroe" de los llamados "neoliberales" por las tasas de crecimiento económico que alcanzó el Perú. Si se suma Alberto Fujimori, es fácil comprender que la corrupción es un mal grave y endémico en la función pública. La Procuraduría Anticorrupción ha procedido a embargos preventivos y ha obtenido también reparaciones civiles.
La oligarquía sigue en lo suyo, tratando de armar una telenovela (el "culebrón") con la pareja presidencial, para remplazar la política por las "noticias de las páginas sociales". La esposa de Humala, Nadine Heredia, ya ha descartado un interés inmediato por la presidencia y, como no se trata de populismo, no parece que Heredia quiera ser la Evita de la prensa o la televisión. Humala, preguntado sobre el tema, no contestó algo así como "si es fierecilla escondida, es mi mujer". Nada de éso: si Heredia aspirara alguna vez a ser mandataria, Humala ha dicho que "está preparada para gobernar" no por su linda cara (que la tiene), sino por ser un "cuadro político brillante". Interesa la vocación de servicio y Heredia, como Correa y como García-Linera, tiene un buen curriculum académico, distinto por cierto del que posee la hija de Fujimori, Keiko, y que es asunto de negocios. Hay en el gobierno de Humala una rara sobriedad republicana, vocación de servicio y, tratándose de Nadine Heredia, una valiosa formación académica y no tecnocrática. Lo suficiente para que el político profesional e ignorante -que igual puede ser de izquierda- no repare en lo que sí cuenta, la república.
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