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viernes, 1 de noviembre de 2013

RUSIA: CAPITALISMO, PROXIMA PARADA

El actual presidente ruso, Vladimir Putin, delineó hace algún tiempo el perfil de lo que quiere para la economía rusa: un "capitalismo normal" o "capitalismo sano". Aunque tal cosa parece una rareza, significa algo distinto de lo que para Estados Unidos es "normal", vivir de rentas y consumir.
    Putin confía en ensanchar el mercado interno ruso, algo que China también está pensando para sí. Se explica así que Moscú esté promoviendo la Unión Aduanera que incluye a Belarus, Kazajstán, la propia Federación Rusa y Armenia. No parece que este proyecto vaya a incluir a Ucrania.
    El ensanchamiento del mercado interno supone dejar de lado paulatinamente la dependencia excesiva de las materias primas (no procesadas y de artículos prefabricados), problema que se volvió más grave con la desindustrialización de lo que fuera la Unión Soviética. Putin espera que Rusia tenga servicios públicos desarrollados (no se abandonarán prestaciones básicas), una agricultura eficaz y, sobre todo, capacidad de innovación tecnológica. Algunos de los candidatos para tomar el relevo del petróleo y el gas son la farmaceútica, la alta tecnología química, los materiales compuestos y no metálicos, la aviación, la informática, las comunicaciones y la nanotecnología.
    Se acabó el tiempo de los privilegios sin medida para los oligarcas. Se piensa gravar a los propietarios de casas lujosas, de automóviles de gran valor, el consumo de artículos de lujo (consumo prestigioso) y el alcohol y el tabaco. Igualmente, se trata de frenar la evasión fiscal vía paraísos fiscales. Si hay quien quiere hacer negocios, debe comprometerse con ellos, y no limitarse a tomar del Estado mediante la corrupción.
    Putin está pensando en hacer de la clase media y de la pequeña y mediana empresa una de las claves del capitalismo por venir.
    Actualmente, el PIB (Producto Interno Bruto) por habitante y el nivel de consumo en Rusia ya son equiparables a los de algunas naciones europeas (Rusia no está lejos de volverse la primera economía europea y la quinta del mundo). Sin embargo, el rendimiento ruso es dos veces inferior al de las economías desarrolladas. A principios de este mes, Putin llamó a duplicar en Rusia la productividad laboral. No es cuestíón de trabajar más: es asunto de hacerlo mejor (y además, con mejor remuneración).
     Esta reorientación parte de la idea que la crisis económica mundial va para largo, por ser estructural. Recientemente, Putin volvió a pedir reformas estructurales en la economía internacional, pero no fue oído. La diferencia está en respaldar con productividad el ingreso y el consumo; es muy distinto de Estados Unidos, que vive de rentas que obtiene en buena medida del resto del mundo, mientras la estructura interna cruje. El privilegio de vivir de rentas no es garantía de que, además, se tenga comprado -y por ende asegurado-el futuro. Rusia prefiere esforzarse.

A VER A QUÉ HORA

 En un libro reciente, el periodista J.J. Lemus, a partir de una investigación muy exhaustiva, ha demostrado hasta qué punto no existe la me...