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miércoles, 26 de febrero de 2014

ECUADOR: ¿CAMBIO DE EPOCA, O DE VELOCIDADES?

Frente a la derrota del oficialismo en Quito (capital) y en Cuenca (tercera ciudad del Ecuador), el presidente ecuatoriano, Rafael Correa, en vez de arremeter contra todo y contra todos, consideró -palabras más, palabras menos- que un poco de análisis no estaría mal. Alianza País, partido oficialista, no perdió en Guayaquil, añeja "capital económica" que lleva mucho tiempo en manos de la oligarquía. La candidata Viviana Bonilla obtuvo un muy buen resultado, alrededor del 40 % de los votos, aunque no ganó. Alianza País hubiera perdido en caso de tener el poder en la ciudad costeña.
      Correa consideró que su partido se ha estado durmiendo en sus laureles, y lamentó:
      -que Alianza País no haya sabido hacer alianzas, en particular con el partido Avanza (de centro-izquierda), ahora segunda fuerza electoral.
      -que Alianza País esté sufriendo de sectarismo.
      Juntos, Alianza País y Avanza siguen inclinando al Ecuador a la izquierda, por lo que la derecha no tiene mayor cosa que festejar.
      El problema del sectarismo es más complicado, ya que lo practican los mismos que se colocan a la "vanguardia" y desde ahí deciden quién sí y quién no, haciéndolo, es lo grave, en nombre de la unidad (de la nación, de la causa, de la patria grande y de la chica, de la revolución y de la familia revolucionaria, etcétera...). Habiendo aprendido los modos cubano y venezolano (o hasta sandinista), los sectarios suelen convocar a la unidad para asegurarse el inmovilismo y ese puesto que resulta de haber "trascendido la época". En suma, un sectario suele hablar desde el más allá (por algo es sectario: de una secta...), lo que lo vuelve fácilmente reconocible.  Ramiro González, líder de Avanza, dió muy en concreto los tres nombres de quienes, torpes en el mejor de los casos (González los ve como "acaparadores"), no tomaron en cuenta en Alianza País una posible alianza amplia de toda la izquierda.
     El triunfo de Mauricio Rodas (Suma-Vive) en Quito queda en la ambigüedad. El alcalde hizo propuestas que, por ser muy concretas (van desde el combate a una inseguridad realmente existente hasta una mejor planificación de una capital que se ha vuelto bastante caótica), cautivaron a una clase media también ambivalente. Rodas propuso bajar impuestos y, en décadas de crisis, ha aparecido en América Latina una clase media que cree al estilo estadounidense: no quiere política, quiere administración, y quiere el mejor servicio por el menor impuesto. Con tal de tener "lo que se le debe por haber pagado", este segmento de clase media está dispuesto a pasar por encima de todo lo que no sea comprable.
     Un delegado (!de izquierda!) de otra capital, la Ciudad de México, lo ejemplifica mejor, ya que promueve sus resultados en un cartel que le dice al ciudadano: "tu pagas, tu mandas". Solo que el delegado no fue comprado, fue electo, y no es lo mismo. Hay que tener la cabeza en inglés para creer que por pagar un impuesto alguien se ha comprado un gobierno (lo que además es bastante, bastante soberbio). Clasemedieros que lo creen no faltan, pero es igualmente grave que un servidor público considere que, por haber sido comprado, debe venderse (y por lo general, aún en nombre de la ciudadanía, estos "expertos" se venden a organismos internacionales). Es el problema -y la incógnita- del nuevo alcalde Rodas en una ciudad que no es la "conciencia" de nada, sino un añejo nido de señoritos (parasitarios, además) con derechos y sin obligaciones (yo mando, y pago lo menos): vaya, Rodas y los sectarios de Alianza País (que mandan desde el más allá) tienen algo en común, y no será fácil hacer con ellos.
     El Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional salvadoreño -con un candidato popular, pero deformado por "la trascendencia de los hechos"-también puede aprender algo de lo sucedido en el Ecuador y buscar alianzas para la segunda vuelta, o arriesgarse a que entre discurso y discurso el país empiece a cabecear y dormitar.

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 Ayotzinapa es una "causa" de los libertarios para terminar diciendo, como lo hizo en su momento el subsecretario de Gobernación, ...