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sábado, 15 de marzo de 2014

HUBO UNA VEZ UNA SERBIA GRANDOTOTA...

No está probado que haya sido el extinto Slobodan Milosevic, alguna vez presidente yugoslavo, quien empujó a la creación de una "Gran Serbia". Durante la guerra en Yugoslavia, Occidente contó lo que quiso sobre los "odios ancestrales" y asuntos por el estilo, que la mayoría de los occidentales se tragaron.
     Los partidarios de esa "Gran Serbia", o "panserbios", estaban en otra parte, por ejemplo en la derecha serbia, cuyo líder fue por un buen rato Vojislav Seselj. No pocos serbios, creyéndose que una "Gran Serbia" bien valía deshacerse de Milosevic, empujaron junto con Occidente contra el ex presidente que murió en La Haya. Y entre quienes empujaron, además de gente como Radovan Karadzic (el mismo que cayó en la trampa de Holbrooke), Vuk Draskovic (Movimiento de Renovación Serbio, considerado de centro-derecha) y Vesna Pesic, estuvo alguien de nombre Tomislav Nikolic.
     Nunca hubo ninguna "Gran Serbia" y los serbios, además de ser sacados a patadas de Croacia (en particular de Krajina), terminaron por perder Kosovo, algo en lo que no cedió Milosevic, quien ni siquiera perdió la guerra contra la Organización del Tratado del Atlántico Norte. Es en 2013 que Serbia y Kosovo normalizaron relaciones y en 2008 que Kosovo declaró su independencia (Milosevic falleció en 2006). Digamos que casi por milagro el asunto no llegó a la pérdida del norte de Serbia (Voivodina), aunque Sandzak (al sur) no está bajo control y, encima, se rompió la alianza con Montenegro. La "Gran Serbia" terminó en un muy pequeño territorio. Hoy, también la República Serbia en Bosnia está bajo presión, y hace poco hubo incidentes en Sarajevo -previos desmanes en Tuzla- para desestabilizar al gobierno de esa república (con sede en Banjaluka), encabezado por Milorad Dodik, y someterlo a Bosnia. La pequeña gran Serbia está destinada por lo visto al achicamiento.
     Uno de los partidarios -incluso a punta de pistola- de esa "Gran Serbia" (además, con sesgo monarquista-chetnik), Tomislav Nikolic, tiene hoy un cargo sorprendente: es el presidente de Serbia. Y como tal,  declara sin problemas: "Serbia ha atado su futuro a la Unión Europea". Sí, se puede en el pasado ser fanático de la "Gran Serbia" y luego partidario de la Gran Europa, sin que a los occidentales les incomode. Nikolic, si tiene que pedir perdón por los sucesos de Srebrenica, lo hace, sin considerar siquiera los testimonios de la Haya que tienden a exonerar de la masacre al serbio Ratko Mladic (entregado por odio al ejército yugoslavo del "demócrata" y "progresista" Boris Tadic) y a responsabilizar a Alija Izetbegovic. ¿Qué dicen las pruebas en La Haya? Importan poco, incluso para Nikolic o para quienes entregaron a Milosevic o a Mladic.
     Lo que Estados Unidos nunca consiguió por la política (en la diplomacia) y por la guerra (bombardeando Yugoslavia), lo logró, sin violencia, con el cálculo económico: la ganancia para el poder serbio -aunque no pase de Belgrado y alrededores- se puede lograr vendiendo a Yugoslavia, sus políticos y sus militares. Es el mismo tipo de cálculo de quienes, luego de vender al soviético, venden al ruso, incluso siendo rusos. Y funciona: es posible ser un día partidario de la Gran Serbia y al otro día tocar con lo que sea a la puerta de la Gran Europa, ya que lo que cuenta en los extremos es ganar, siempre... Aunque en realidad, la "Gran Serbia" haya terminado por ser casi negocio bananero. Por este rumbo quisiera más de un astuto negociante occidental tratar con la "Gran Rusia", hasta reventarla. En Yugoslavia, el asunto no era religioso, ni "étnico" (si lo hubiera sido, Nikolic estaría castigado), pero Occidente supo ganarlo con la ayuda de los extremos de siempre: los de la "derecha de sangre" ("donde hay un serbio, está Serbia", y también la monarquía se transmite por la sangre) y la extrema izquierda antiburocrática ("todo socialismo es burocrático"). Lo que sea, con tal de tener poder y ser "alguien" en la vida (al menor precio, por cierto).

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