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domingo, 30 de marzo de 2014

IZQUIERDA: CON ESTOS BUEYES HAY QUE ARAR...

La izquierda no democrática de América Latina, así siga procedimientos democráticos, es fácilmente reconocible.
     -en primer lugar, no habla desde abajo, sino desde arriba, en el mejor de los casos como portavoz de los próceres de la patria. Una discrepancia se vuelve así potencial traición a la patria, y desde luego que a sus portavoces. Estos tienen el monopolio de la patria. Y a veces, de la renta de la patria.
     -en segundo lugar, esa patria, además convertida en parte de "nuestra" América, es tan nuestra que se vuelve "cosa nuestra" (en italiano es llamada de un modo un poco distinto). Como tal, no es "cosa pública" y la "cosa nuestra" queda en familia (el líder es el padre, el que le sigue es "el hijo de Chávez", Fidel al decir de Evo es "abuelito", y así). La familia se entromete en los asuntos públicos y éstos, que en principio son de todos, se convierten en "asunto de familia", con prerrogativas.
     -y en tercer lugar, en esa familia extendida unos pocos suelen decidir "en petit comité", siempre al borde de la conspiración y en todo caso en el conciliábulo que suele terminar en marrullería.
     El problema está en que, si la política se va en maniobras, en mucha familiaridad -hasta en el habla, pero también en la designación de herederos- y en asuntos de fe, la izquierda no ha salido culturalmente hablando del mundo dominante, el oligárquico. Con frecuencia, los valores son parecidos, aunque sin duda la oligarquía le pone la mala fe, mientras que la izquierda le pone, en verdad, las mejores intenciones del mundo, muy generales eso sí.
    La confusión es tal que el actual presidente venezolano Nicolás Maduro ganó con poco margen (lejos de la victoria apabullante que previó el chavismo) y que en El Salvador sucedió más recientemente lo mismo con Salvador Sánchez Cerén, también de origen popular. No hay lugar para triunfalismos y sí para líos (a falta de análisis, que no abundan), aunque haya que  apoyar seguramente al proyecto más redistributivo. No es la izquierda la que debiera ser el principal blanco de crítica, sino una oligarquía que, retrógrada, lo permea todo y encima se da hoy el lujo de hacerse pasar por demócrata y popular, bajo cobertura civilista. Parece que el disfraz se vuelve hábito, aunque no haga al monje, como no lo hace en la izquierda. Si Maduro tiene que definir la palabra "socialismo", lo hará tan mal como la opositora María Corina Machado la palabra "democracia". Tiene algo de pleito de clientelas en un pueblo que no se asume como tal, sino que por momentos ve quién le da más. La realidad de los votos dice que están partidos en dos.Venezuela y El Salvador -en este segundo caso, lamentable luego de las alianzas logradas con el presidente saliente Mauricio Funes-
   Ni Venezuela ni El Salvador tienen tradición democrática y ésta no es nada más asunto de "repartir mejor". El materialismo no es asunto de marxistas: es lo único que tiene en mente la oligarquía (por algo se alía con el país que "tiene la plata"), y no habría que correr a imitarla en esa creencia absurda de que lo material lo es absolutamente todo (!y que solo es cuestión de que todos "lo" tengan!). Ni Venezuela ni El Salvador están en un camino distinto al desarrollista.












EL PAÍS, A UN SEXENIO DEL KÍNDER

 Ayotzinapa es una "causa" de los libertarios para terminar diciendo, como lo hizo en su momento el subsecretario de Gobernación, ...