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lunes, 9 de junio de 2014

EL FUTURO DEL ACUERDO RUSIA-CHINA

Rusia y China firmaron hace poco un "histórico" acuerdo de suministro de gas. Tal parece que China se resolvió a tenderle la mano a Rusia, luego de años de darle largas. Según el acuerdo, firmado entre la empresa rusa Gazprom y la china CNPC (Corporación Nacional de Petróleo de China), que entrará en vigor hasta el año 2018, cada año, durante treinta años, Rusia le suministrará a China 38 mil millones de metros cúbicos de gas. El precio es un "secreto comercial". Cabe señalar que el contrato incluye suministros de gas de yacimientos que todavía no se han comenzado a explotar y que la infraestructura será costosa. Con todo, es una bocanada de aire para Moscú después de la ventaja que Occidente obtuvo en Ucrania. Por éso, para algunos, Rusia será más independiente de Occidente.
    La otra novedad está en el hecho de que Rusia y China firmaron un acuerdo para pagos mutuos en divisas nacionales (yuanes y rublos), sin dólares de por medio. Estados Unidos seguramente le teme a este tipo de acuerdos, considerando que entre Rusia y China detentan un 25 % de bonos del tesoro estadounidenses: un retiro sería catastrófico para el dólar, pero no parece que Moscú y Beijing estén jugando a las catástrofes, ni anunciándolas para paralizar a todos.
     Para China, el acuerdo con Rusia abre la esperanza de avanzar en un proyecto que, vía terrestre (ferrocarril), uniría al territorio chino con el europeo, hasta Duisburgo en Alemania. Si estos proyectos fueran avanzando en conjunto, se consolidaría un espacio terrestre que desafiaría -con la "nueva ruta de la seda", según la llaman algunos- al mundo anglosajón de los mares. Sin embargo, falta por hacer.
     Por lo pronto, lo que dice este acuerdo es que el mundo tiende a una bipolaridad entre Occidente y una alianza sino-rusa (y no a una multipolaridad entre BRICS, como se llama al conjunto Brasil-Rusia-India-China-Sudáfrica), aunque ésta es menos sólida que la occidental, por ahora. Algo histórico está en juego, pero no se ha materializado. Cabe señalar que no hay acuerdos políticos ni militares de gran alcance y que, previamente, la Organización para la Cooperación de Shanghai y la Organización para el Tratado de Seguridad Colectiva no se han inmiscuido en nada -pareciera que ni en asuntos propios. No hay disputa ninguna por la hegemonía a escala global: hay un proyecto de igualdad entre países -incluidos los signatarios del acuerdo sino-ruso- y otro occidental de dominación. Así, no se trata de cambiar una dominación por otra, ni de pugna por la hegemonía, sino de una diferencia entre querer hegemonizar y querer cooperar en pie de igualdad y entre soberanos.

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