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miércoles, 31 de diciembre de 2014

COMUNISTAS CON ROSTRO HUMANO

Después del Informe Secreto de Jruschev en 1956 (repleto de mentiras) y con el auge de los movimientos de liberación nacional en el Tercer Mundo, a los comunistas no les quedaba mayor argumento. Estos mismos comunistas con frecuencia tomaron la costumbre de hablar de los problemas en petit comité, nunca a la luz pública, donde en cambio se impuso la "falsa palabra" de la propaganda sin mayor ideología. Entretanto, sin ninguna tradición democrática, los tercermundistas conspiraban.
      Los mismos comunistas, siguiendo una expresión inglesa retomada durante la Primavera de Praga (1968) por Alexander Dubcek (de quien nadie se acordó cuando murió), se pusieran a hablar oficialmente de "socialismo realmente existente" ("es lo que hay") y tras bambalinas de "socialismo con rostro humano". Nadie sabía definir con claridad qué debía ser ese rostro humano, el mismo al que apeló Mijaíl Gorbachov, último líder soviético.
      Para otros, muy hábiles, el asunto permitió una recuperación muy activa: en realidad, hoy son el capitalismo y el imperialismo los que han conseguido presentarse con rostro humano, por ejemplo con Barack Obama. Noriega no tenía rostro humano, sino cara de piña; Milosevic no tenía rostro humano, sino de "carnicero" (sic), con una historia personal truculenta; Kadhafi, de violador de mujeres libias indefensas que encima distribuía Viagra entre sus tropas, etcétera. Ningún enemigo del capitalismo y el imperialismo tienen el "rostro humano" que presume hoy Obama o que puede presumir mañana Hillary Clinton (o que puede tener incluso Jeb Bush con su esposa mexicana): los enemigos tienen todos el rostro del terror, según la tradición inaugurada por Jruschev. Si Hillary Clinton ganara, los compañeros de izquierda seguramente dejarían de escribirse "fraternalmente" para firmar: "recibe un maternal abrazo". El sistema triunfante supo recuperar muy bien lo que otros le ofrecieron en bandeja de plata. Si alguien tuviera que definir que es este "rostro humano" (dejando de lado la abundancia en el consumo), difícilmente podría hacerlo.

A VER A QUÉ HORA

 En un libro reciente, el periodista J.J. Lemus, a partir de una investigación muy exhaustiva, ha demostrado hasta qué punto no existe la me...