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martes, 17 de marzo de 2015

CORRUPCION EN LA CAPITAL MEXICANA: DE METODOS A METODOS

Se puede detestar la corrupción y vivir de ella, odiándola. Es un poco extraño, pero de que se puede, se puede.
Poco antes del 13 de marzo pasado, el regente del Distrito Federal, capital mexicana, Miguel Angel Mancera, llevó a renunciar a la Secretaría de Obras y Servicios local (Sobse) a Alfredo Hernández García, por sospechas -simples sospechas- de actos ilícitos ("conflictos de intereses") con una empresa. No es el primer caso: ya se ha planteado con el ex regente Marcelo Ebrard, quien llamó a Mancera a debatir sobre una línea de Metro (Línea 12) construida con corrupción y fuera de normas legales durante la regencia del mismo Ebrard. La respuesta del actual regente fue: "la ley no se debate". Se entiende que se aplica. Refiriéndose al caso de la Sobse, Mancera declaró el 13 de marzo: "ya saben lo que sucede cuando se equivocan con el rumbo (....). Nosotros, lo que queremos es que todo marche bien y que todo vaya conforme a la norma, pero cuando encuentras algo que no funciona bien, tienes que cortarlo de raíz". No es fácil en la capital mexicana, que ocupa en la República un pésimo lugar (según algunos, el último) en índices de corrupción, en franco contraste con tres estados del norte mexicano punteros (Nuevo León, Sonora, Coahuila), que por lo demás destacan en educación (en particular Sonora en la educación básica -primaria y secundaria récords).
     Hay otra manera de luchar contra la corrupción: no destituir a nadie por una sospecha (cercana a la evidencia) y crear una comisión de investigación o fiscalización, que para el caso puede ser legislativa, o contratar a personal para obtener información en las instancias pertinentes. Otra forma puede consistir en denunciar al corrupto en la radio (donde se tiene un puesto), invitar a como mínimo tres colaboradores y crear una instancia paralela ("México Leaks", why not?) con periodistas, reporteros, oficinas, etcétera (y un Observatorio Ciudadano contra la Corrupción, con puesto, presupuesto y personal, claro está). En lo que el corrupto cae o no cae, nótese que se ha creado un sinfín de puestos para luchar contra el mismo corrupto, de tal modo que el odio a la corrupción -que no puede ser cortada de raíz- permite una renta importante, una "derrama". Si a estas vamos, Bernard de Mandeville no se equivocaba: los vicios privados crean las virtudes públicas. Si se eliminara de raíz la corrupción, no quedarían ni rentas anticorrupción ni héroes para cobrarlas.
     Lo que es Mancera, con cortar la corrupción de tajo (y ejemplos los hay, y varios) no se gana ni un tuit. La lucha contra la corrupción no admite honradas medianías.

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 El llamado en inglés reality show  puso de moda dejar el pudor y el sentimiento de verguenza -confundido con el de culpa- de lado y, para i...