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miércoles, 3 de junio de 2015

REFORMAS EDUCATIVAS EN AMERICA LATINA: EN SUS MARCAS, LISTOS, !FUERA!

Educar no es enseñar modales, hacia afuera, mientras que por dentro la familia cree otra cosa, en particular, en que tiene el derecho al atropello de cualquier profesor que se interponga en el camino de un maravilloso "niño único" -excepcional, índigo, lo que se quiera. !Qué a mi hijo nadie le dice ésto, que a mi hijo nadie le dice lo otro, que mi hijo ya es candidato a heredero del trono!
   Educar es "conducir", "llevar a", un acto creativo, productivo. No es el usufructo de una renta. Por lo demás, en democracia, educar es salir de la órbita materno-familiar -la del único y excepcional Hijo de Su Madre y próximo Rey- para enseñarse a ser como los demás mortales, un ciudadano en igualdad de oportunidades (además de derechos), y si el sistema educativo lo permite, en la mayor igualdad posible de circunstancias sociales (un punto de partida, no uno de llegada para la movilidad social de los Arribistas del Mundo -!Uníos!). No es sencillo donde, como escribió en algún momento Guillermo del Fuerte Sheridan (un pésimo "nadador"  mexicano), nadie quiere ser como el  común de los mortales, algo que provoca una verdadera aversión, por lo que abunda el que aspira a convertirse en Don Importante y a moverse como tal.
   Cierto, en varios países de América Latina el problema empieza desde abajo. No falta el maestro para quien no se trata de educar, sino de hacerse de una clientela que a cambio de unas propinas le haga sentir -como lo hacía Mamá- la importancia de ser el Rey (sin dinero o con dinero, de preferencia). El buen realengo por su casa empieza, y en el aula nos sentimos como en casa -no como en una institución. A estas alturas, el activismo no parece un acto creativo ni productivo. En los sindicatos de maestros, el problema no está en la orientación ideológica, real o discursiva: está en el mal hábito de "pastorear" a ingenuos y "rebeldes" -buscando causa- de marcha en marcha y de mitin en mitin para justificar la renta de situación del líder, una renta que igual puede hacerse pasar por "el orgullo, el honor y el privilegio" de encabezar el próximo plantón, vociferando. El uso y abuso de los supuestos "héroes y mártires de Ayotzinapa" -de quienes no se acuerdan ni sus apóstoles- es un buen botón de muestra. Es igual de penoso pastorear a maestros de provincia o rurales que deberían ganarse el salario y las condiciones de trabajo idóneas -antes que tandas de evaluaciones para la telesecundaria sin tele- para no tener que depender de las dádivas del líder de turno. Si más de un maestro no tiene un salario real (porque no es digno ni constitucional), lo del líder tampoco es cosa de salartio: es renta, en este viejo asunto latinoamericano que aspira a que todo salario sea una renta (hay sindicatos donde son casi vitalicias), paso obligado de antiguo peón de hacienda a dueño de la casa, hacendado. Nada de zapatero a sus zapatos, que los oficios manuales -salvo el más viejo del mundo- son para los faltos de malicia en esta vida.
     Del intelectual, ni se diga. Los hay -son los mismos que gritonean contra los intelectuales- que aconsejan "hacerse un nombre" -un Nombre, no un Hombre- para tener con él una de esas rentas de situación que abundan desde derechas a lo Vargas Llosa -con título nobiliario español- hasta las izquierdas que están siempre por el sendero de algún iluminado al que solo basta con repetir con gran elocuencia y citar profusamente. Todo está en saberla gozar y saberla glosar. En las universidades públicas, mientras sindicatos y otros gremios tienen todos sus pequeños feudos, sectores enteros viven del buen nombre -insistamos, no es Buen Hombre-, la reputación ganada a pulso (y patadas bajo la mesa) y el libro único escrito alguna vez (suele ser una tesis en el extranjero "dirigida por...") para granjearse la renta en la Rotonda de los Universitarios Ilustres ("hoy por tí, mañana por mí"), con derecho a emolumentos -y el monumento- de excepción, y desde luego que a privilegios llevados sin duda alguna con orgullo y honor - de reyes, en plena rosca, por lo demás. Corre por cuenta de la Casa Real.
     En la cúspide, están "ellos", los evaluadores, señores de todas estas tierras, metropolitanos en el alma aunque convivan con criollos, maestros en confundir certificaciones con otorgamientos de mercedes y encomiendas, listos para obtener la renta propia en nombre de "lo que la sociedad exige", "lo que la sociedad demanda", "lo que la sociedad reclama", "lo que la sociedad pide", vaya, listos para la renta en nombre de la Gran Sociedad y del Grandioso Liderazgo Moral, la Más Importante, la Madre de todas las Importancias, entre aviones, reuniones ejecutivas, briefings y presentaciones ante los medios de comunicación masiva. Educar es hacer marketing, venderse bien para trascender mejor, o aunque sea -de lo perdido, lo que aparezca- para mejorar el "bienestar para la familia".
     No se ha terminado ni una buena campaña de alfabetización (como en Cuba), ni se ha instalado la educación desde abajo desde hace más de un siglo (como en Uruguay), ni se ha ligado en verdad la educación a la democracia, profesionalizando la función pública (como en Costa Rica), ni se ha creado siquiera una verdadera ciudad del conocimiento (como Yachay en Ecuador), para que el salario no sea renta, que ya una gran pirámide de parásitos y cobradores de renta está lista a reformarlo todo -a cada instante- desde arriba porque algún día, tal vez, a lo mejor, quién sabe, alguien puede que se decida por fin a ponerse manos a la obra.
     

A VER A QUÉ HORA

 En un libro reciente, el periodista J.J. Lemus, a partir de una investigación muy exhaustiva, ha demostrado hasta qué punto no existe la me...