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miércoles, 12 de agosto de 2015

¿LA BOMBA? FUE ALGO DIVERTIDO...

Varios de los pilotos que lanzaron las bombas atómicas sobre Japón jamás mostraron el menor arrepentimiento por haberlo hecho, aunque nunca supieron  por qué lo hicieron.
      Paul Tibbets, un piloto clave, cuando vió que la bomba había caído, expresó: "Dios, me alegro de que haya funcionado". Es probable que Tibbets no tuviera una conciencia exacta de qué es lo que había funcionado.
      Con el típico estilo del estadounidense promedio, tonto y bonachón, otro piloto, Theodore Van Kirk, declaró más tarde: "nunca voy a pedir disculpas por lo que hicimos en Hiroshima, y nunca lo haré". "Lanzar la bomba atómica fue la mejor decisión", declaró también van Kirk. No es exactamente que obedecieran órdenes: estos pilotos estaban convencidos de que Japon era un peligro mayor.
     Por lo demás, los estadounidenses, después de Hiroshima y Nagasaki, comenzaron a entusiasmarse por este "método" para derrotar rápidamente al enemigo. Durante la guerra de Corea, a principios de los años '50, el general Douglas MacArthur quería "repetir" contra China. En 1951, Harry S. Truman tuvo que destituir al beligerante MacArthur, quien se había acercado peligrosamente a las fronteras soviética y china en la guerra coreana. ¿Qué sucedía? Sucedía que la Unión Soviética ya tenía la bomba atómica.
      El general Eisenhower declaró alguna vez sobre Hiroshima: "Japón ya estaba derrotado. Lanzar la bomba fue una medida completamente innecesaria".
       El almirante Nimitz, comandante de la Flota estadounidense del Pacífico, declaró: "desde el punto de vista puramente militar, la explosión de la bomba atómica no desempeñó ningún papel decisivo para la derrota final". Otro militar, el almirante Leahy, consideró: "el ataque nuclear no ha tenido ningún impacto significativo en el curso de la guerra con Japón. Los japoneses estaban dispuestos a rendirse".
      Tibbets y Van Kirk resultaron así seres que hasta el final estuvieron orgullosos -otra vez, algo típicamente estadounidense- de hacer algo sin saber bien a bien para qué. Contaba más que la idiotez fuera de factura estadounidense. Tibbets y Van Kirk, como los astronautas de Tom Wolfe, tenian "lo que hay que tener".

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