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viernes, 28 de agosto de 2015

PERU: OLLANTA HUMALA POR SI MISMO

Ya en la recta final de su mandato, que no ha sido malo ni en crecimiento económico ni por cierto que en reducción de la pobreza (del 30,8 % en 2010 a 22,7 % en 2014), el presidente peruano Ollanta Humala, sin aspavientos, se ha definido a sí mismo como de "izquierda progresista": seguramente basta para ser ignorado en los torneos cubano-nicaraguense-venezolanos de oratoria, pero también entre los izquierdistas "anti todo" (menos, eso sí, contra sí mismos, lo que excluye la autocrítica). Los primeros no se percataron -porque Fidel no se pronunció al respecto- de la existencia de Humala. Los segundos le echan en cara la "represión" contra mineros, muy menor: "hay algunas ONGs, ha dicho Humala, que gustan en Europa, que se dedican a hacer política interna, que incluso instan a los indígenas a la violencia o a dedicarse a los bosques. Y los indígenas no tienen que ser guardaparques, tienen que ser ciudadanos".
     Humala ve mal el extractivismo (pese al auge minero) y ha declarado: "no podemos alcanzar el desarrollo solo con la venta de materias primas. Este es un modelo colonial que no funciona (...) No se debe ubicar la ideología en la macroeconomía. Hay que ponerla después, a la hora de distribuir la renta y el esfuerzo". Hasta aquí, el gobierno peruano ha sorteado la caída de los precios de las materias primas y el fin del auge en la demanda china. Como él mismo lo dice, Humala es el chófer de una combi que ha sabido llevar como chófer, no como cafre: es decir, sin frenazos, sobresaltos ni volantazos.
    ¿La aspiración? "Que haya continuidad (no de personas, agreguemos), que el Perú se despoje del complejo de Adán, de creer que se inaugura el mundo con cada cambio". Demasiado sensato para ser oído a la izquierda. A la derecha, Ollanta Humala habrá sabido sortear las embestidas de un fujimorismo todavía bastante fuerte. Nada de lo anterior es poca cosa.

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