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miércoles, 30 de septiembre de 2015

OBAMA EN LA ONU: UN PRESIDENTE ANTIIMPERIALISTA

Una de las cosas mejor logradas del mandatario estadounidense Barack Obama -un gran admirador del extinto Ronald Reagan- está en presentarse como antiimperialista.
     De vez en cuando se le escapan a Obama algunas frases impertinentes ("creo que lo que es cierto para Estados Unidos también lo es para prácticamente todas las democracias maduras", o "lidero las fuerzas militares más fuertes que el mundo jamás haya visto"), pero el mandatario estadounidense no sólo ha conseguido meterse a Cuba en la bolsa. Nicolás Maduro, el presidente venezolano, ha elogiado la "valentía" de Obama, quien mañana podría ser también, a este ritmo, un revolucionario (para Maduro, Obama es en todo caso comparable a ese hombre bueno que fue el hoy ex presidente James Carter)..
      Obama, claro, está contra las dictaduras como la de Siria: "cuando un dictador asesina a decenas de miles de personas de su propio pueblo, eso deja de ser un asunto interno de un país, pues genera un tipo de sufrimiento humano de tal magnitud que nos afecta a todos". Obama es pues un internacionalista convencido, contrario a "tiranos" como al-Asad.
     ¿Qué le gusta a Obama? El estar "apoyando la aparición estable de democracias fuertes que responden a sus pueblos en vez de a una potencia foránea", una postura maravillosa, partidaria de la soberanía nacional y respaldada por las fuerzas populares (Obama quiere algo popular, democrático desde luego, soberano y antiimperialista). Obama admira a los que "ayudaron a evitar que los países más grandes impusieran su voluntad sobre las naciones más pequeñas" (vaya, el tiempo está a favor de los pequeños: Silvio Rodríguez inspira al discurso del mandatario estadounidense).
      ¿Qué, Obama no es revolucionario? Claro que sí: "los dictadores de hoy, dice, se convierten en la chispa de la revolución mañana", por lo que seguramente en Siria tiene lugar una revolución, y es por eso que Al-Asad "no puede calmar a la inmensa mayoría de la población" ni con "bombas de tonel" ni con armas químicas.
       Obama es un hombre de convicciones: "nuestros sistemas -ha dicho- se basan en la idea de que el poder absoluto se corromperá, pero que la gente, la gente común, es esencialmente buena, valora la familia, la amistad, la fe y la dignidad que otorga trabajar arduamente". !Obama es adalidad de quienes trabajan!. "Se puede tratar de controlar el acceso a la información, pero no se puede convertir una mentira en verdad", dice Obama, para quien "se pueden encarcelar opositores pero no ideas" (Obama ya no está lejos del ideario del Che Guevara, a decir verdad).
       Obama es contrario al extractivismo, también:"la prosperidad duradera- dice- ya no proviene solamente de la capacidad para acceder y extraer materia prima. La fortaleza de las naciones depende del éxito de su gente".
       De este alud de buenos sentimientos y de lo que acontece en Ucrania (seguramente por injerencia rusa) o en Siria (otra vez por injerencia rusa), se desprende que, en nombre del pueblo, de la soberanía, de los pequeños, de las víctimas de lo que Obama llama "el conflicto y la coerción" y de las víctimas de las dictaduras, en nombre incluso de la revolución que provocan con su brutalidad los tiranos, hay que hacerse fuertes frente al imperialismo ruso y contenerlo. Nada más lógico ni más consecuente.

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