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viernes, 18 de septiembre de 2015

¿TODAVIA ES PUBLICA LA UNIVERSIDAD PUBLICA?

Según el "crítico cultural" (?) y pedagogo estadounidense Henry Giroux, ya no, entre otras cosas porque la democracia ya no es tampoco tan democrática y tiende a reducirse a los actos de compra-venta. En este contexto, no queda claro que la universidad siga siendo vista como una "esfera democrátca", entiéndase aquí que pública (la universidad como un "guardián de valores públicos", en palabras del pedagogo).
     Una observación de Giroux parece un detalle nimio: la universidad es vista como "un gasto del dinero de los contribuyentes". Suele suceder así que estos contribuyentes se convierten en "demanda", entiéndase que de mercado: exigen que les rinda el dinero "invertido" vía impuestos en las universidades públicas, de manera curiosa, ya que el impuesto no es el pago de una colegiatura ni una cuota (por lo demás, muchos de estos muy exigentes contribuyentes, empezando por numerosos universitarios, tienen a sus vástagos en universidades privadas).
      Hoja de impuestos en mano, el contribuyente demanda, exige y reclama la debida rendición de cuentas por parte de quienes, según suele creer, no son más que un montón de "vagos" -y hasta "revoltosos" -subsidiados, exactamente como si fueran los hijos del mismo contribuyente y la universidad pública fuera parte de este funcionamiento familiar. Papá paga, el hijo es rebelde y está más atento a sus churros - por lo demás es el ideal universitario del 68 y de más de un estudiante.
       Frente a lo que creen que "la sociedad" demanda, exige y reclama, las universidades públicas, sin reparar en quienes son los contribuyentes (su estructura difiere según los países, por ejemplo) ni en el hecho de que esta demanda suele tener una orquestación mediática (¿qué se hace con "nuestro" dinero?), decidieron ya desde hace un buen número de años corresponder no con autonomía, ni con valores públicos distintos de los privados del contribuyente, ni con pensamiento (ya ni se diga crítico), sino con una "oferta educativa" (de mercado, el lenguaje lo dice), por lo que ahora la misión de la universidad pública, frente a la demanda, es "ofertar" u "ofertarse". Es tanto como colocar el mercado en el corazón de lo público y basta ver lo que se ponen a "ofertar" las universidades públicas, desde yoga hasta marketing, pasando por los carrujos y la "revolución".
      A cambio de su "inversión" vía impuesto (como si pagar un impuesto lo convirtiera en empresario), el contribuyente exige, reclama y demanda que la universidad le preste los servicios que él,"la sociedad", necesita, con el agravante de que nadie en su sano juicio invierte dinero en pensar, ni se diga en criticar no en "defender la esfera democrática", puesto que "todos los políticos son iguales" y no rinden. El contribuyente espera servicios, "expertos" y casi casi "técnicos" de la misma manera en que algunos esperan que a la brevedad, después de una llamada con voz imperativa, llegue el plomero a componer una fuga de gas o la llave de agua. Nadie pide de estos "adiestrados" universitarios que "piensen", sino que "sepan qué hacer". Es lo que "ofertan" las universidades públicas, salvo plomeros de verdad: únicamente pareciera faltarles a estas "casas de estudios" el servicio de académico express o de académico a domicilio "las 24 horas". Los buffets de ideas ya casi están y por eso algunos estudiosos estadounidenses consideran que la universidad se ha reducido casi a una cafetería. Para reconvertirse a este pragmatismo más descarnado, sin muchos valores, los nuevos universitarios "públicos" multiplican estos servicios de plomería mental (!le reparo sus ideas!) -sin importar lo que haya sido la universidad ni en la etimología ni en el pasado- a cargo del presupuesto universitario. Giroux lo llama financial looting: en suma, la "oferta educativa" se convierte en el saqueo por parte de los "ofertantes" que cobran de mil y un maneras sus servicios de reparación mental "llame, nosotros vamos". Si lo que está por descubrirse es que el sector público está para subsidiar al privado, en realidad no es tan nuevo. Lo que se perdió es la autonomía real, esa que los marxistas llamaban "relativa".

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 Parte de la libertad de los libertarios es despertar lo que cada uno es en su inalterable naturaleza: un aspirante a salvaje, un pandillero...