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lunes, 23 de noviembre de 2015

EU-RUSIA. SABER DETENERSE

Estados Unidos es un país acostumbrado por motivos geográficos e históricos a sentirse invulnerable, pero también hay otros, materiales: los de la sacrosanta propiedad, inviolable y que "todo lo permite" (porque la vida está comprada), mientras sea la de uno (en la competencia se puede pasar por encima de la del vecino). Esta sacralización de la propiedad es de peso en el sentimiento de invulnerabilidad y puede arrastrar a grandes masas, no por la influencia de los medios, sino por "sentirse propietario".
     Ese es por ejemplo el problema del jefe del staff del Ejército estadounidense, Mark A. Milley, quien a principios de noviembre del año en curso designó a Rusia. como "amenaza número uno" contra Estados Unidos  Desde luego, no hay tal amenaza: Rusia no está cercando a Washington por ningún lado. Lo que molesta es otra cosa: "en términos de capacidad, declaró Milley, Rusia es el único país en la Tierra que puede destruir a Estados Unidos". Milley dice: "es una amenaza existencial". Ciertamente lo es, porque le quita a Estados Unidos esa sensación de invulnerabilidad. Esta misma sensación se encuentra en el origen de muchos de los errores de cálculo que Estados Unidos puede cometer si, con tal de no reconocerse como un país entre otros, pretende sacar partido de las vulnerabilidades -reales o supuestas- de la Federación Rusa.
     ¿Cuál es el propósito del escudo antimisiles europeo? Decapitar a Rusia pero, también, evitar cualquier respuesta y corroborar la invulnerabilidad: el analista ruso Serguei Mikheyev, entrevistado por Pravda.ru, cree por ejemplo que "el juego es sencillo. Los estadounidenses están construyendo su sistema de defensa contra misiles para neutralizar las fuerzas nucleares rusas y para sentirse invulnerables. Necesitan este sentimiento de invulnerabilidad para tener absoluta impunidad"
     Esta sensación ha dado además en la creencia en que Estados Unidos es un pais superior a los demás, lo que pone a esta superpotencia en la antesala de más errores. Así por ejemplo, el líder de la Unión de Veteranos de Afganistán, Franz Klintsevich, entrevistado también por Pravda.ru, señala que aunque se diga que Estados Unidos es capaz de destruir a Rusia 36 veces (Estados Unidos ha llegado hasta planear cuatro mil golpes con misiles en una hora sobre distintos blancos en el territorio ruso) y Rusia a Estados Unidos "solo" 18 veces, bastarían unos cuantos golpes nucleares que toquen el territorio estadounidense para que Estados Unidos caiga en la desmoralización: el motivo es simple, ya que la superpotencia habría perdido su sensación de invulnerabilidad.
     No queda claro si Estados Unidos puede detenerse (Stalin decía de Hitler que su problema era no saber hacerlo a tiempo) e interpretar correctamente mensajes que no son casuales: por ejemplo, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) quedó neutralizada por sistemas rusos para detectar y vigilar lo que hace la fuerza aérea rusa en Siria. De igual modo, Rusia acaba de dar a conocer, como por casualidad, un centro de comando militar en Moscú -ultraprotegido, un búnker repleto de túneles subterráneos y centro de mando apto para una guerra- que, nótese bien, se junta con un centro de procesamiento de datos cuya capacidad sobrepasa tres veces la del Pentágono estadounidense y tiene un volumen de almacenamiento 19 veces superior. The Washington Post admitió haberse quedado estupefacto ante la exhibición del Centro Nacional de Control de la Defensa realizada por la televisión rusa. El mensaje, desde luego, es que Rusia no está indefensa; el otro mensaje -"sugerido" con el submarino Status 6- es que el territorio estadounidense puede ser alcanzado en respuesta a un intento por neutralizar la capacidad nuclear rusa. El problema no es tanto militar (algunos militares estadounidenses cuestionan que Estados Unidos mantenga a estas alturas la supremacía que dice tener): es asunto de saber si la supuesta invulnerabilidad del propietario sabrá detenerse o si preferirá dejarse arrastrar -con tal de no asumir ninguna dimensión humana, incluida la falibilidad, ni de salir de la "zona de confort" que es la conveniencia ("yo me vendo, tú me compras")- en una aventura de masas cuyos riesgos le pueden pasar desapercibidos a cualquier ciego.

NACIDOS DE ESTE LADO

 Parte de la libertad de los libertarios es despertar lo que cada uno es en su inalterable naturaleza: un aspirante a salvaje, un pandillero...