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viernes, 11 de diciembre de 2015

AMERICA LATINA, EL OTRO CAMBIO DE EPOCA

Los negocios, en rigor, no tienen por qué ser siempre anormales. En América Latina, sin embargo, sucede que de la misma manera en que se hacen seudopopulismos corruptos (Brasil, el kirchnerismo argentino en menor medida) o socialismos corruptos (los cubanos lo han reconocido, los boliviarianos de Venezuela no tanto), el dinero rara vez se acompaña de una trayectoria limpia. Esto es lo que Gary Becker llamó "capitalismo de compadres". El problema es que el socialismo también es "de compadres" y lo es también lo que queda del populismo. Pareciera que se busca lo mejor de ambos mundos, sin el costo de ninguno: el negocio sin la "engorrosa" y "burocrática" ley (y a pesar de que los centros metropolitanos también andan en apuros).
     Con ayuda de la certera puñalada de los mismos arribistas que creó el kirchnerismo, la "clase media", Mauricio Macri, nuevo mandatario argentino, en una total confusión, nombró no un equipo de gobernantes, sino uno de gerentes: casi no hay cargo que no esté en manos de alguien que hizo carrera en los negocios, sea Shell (para el ministro de Energía y Minería), sea Telecom e IBM (para la nueva canciller), sea la cementera Loma Negra (para la cartera de Hacienda y Finanzas), sea Mc Kinsey y Bank of America (los ministerios serán supervisados por empresarios ligados a estos grupos), o incluso Random House Mondadori para el ministro de Cultura. Desde luego, esto deja suponer que habrá derrama, gestión del goteo de la misma y abundancia para todos, puesto que nadie vende un producto anunciándolo así: "compre esta porquería". En suma, será un supuesto juego de "ganar-ganar". El problema no está aquí: reside en que Macri carga con 214 denuncias en su contra desde 2007 por hacer desde negocios chuecos (enriquecimiento ilícito, estafas) hasta espionaje ilegal y violación de los deberes de funcionario público. La ahora gobernadora de la provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal y su jefe de prensa, Miguel de Godoy, tienen en su haber lavado de activos, peculado y falsificación de documentos. Digamos que tal vez no todo es cierto: solo lo suficiente para probar que aquí, en vez de burguesía, hay una oligarquía parasitaria-intermediaria dispuesta a llevarse por la mala -sin ley ni instituciones, cosa de "ahorrar costos"- y a toda velocidad "lo que se pueda"
     Este cambio de época no lo notó la izquierda latinoamericanista porque no prestó atención al naciente modo local de hacerse un lugar en lo global. Este modo lo inauguró en el año 2000 el entonces mandatario mexicano Vicente Fox (por Acción Nacional, partido de derecha),  antiguo gerente ejecutivo de la Coca-Cola (para toda América Latina). Prometió la "transición a la democracia en México" y consiguió (además de crear en pocos años una fauna extraña de jóvenes con barbas seudoislámicas y aire de señorito franquista en algunas colonias de la capital mexicana) la transición de los hijos de su esposa al típico capitalismo subdesarrollado (en Petróleos Mexicanos-Pemex, Oceanografía, el sector de la vivienda y el Instituto para la Protección del Ahorro Bancario-IPAB), que consiste en aprovechar cargos públicos para otorgar negocios en forma irregular, en particular a cambio de comisiones. Todo era cuestión no de negocios (entiéndase que de inversión productiva, visión empresarial, disposición al riesgo, "instintos animales" para abrirse mercados, capacidad de innovacion, "ánimo schumpeteriano", etcétera), sino en realidad -como en la izquierda- de "saber relacionarse" y "mover influencias", cenas con coñac y arreglos del 20 % al final de las mismas. ¿Alguna relación con un verdadero empresariado, por lo menos algo cercano al Grupo Bal de Alberto Bailleres (aunque no sea idealizable), recientemente galardonado por el gobierno mexicano? Ninguna. Con Fox arrancaron doce años de "gestión sin gobierno" -léase "caos controlado", y a ritmo de tambora protofascista- que sumieron a gran parte de México en una descomposición social -en particular cívica y con total pérdida de la ética- de la que el oficialismo no alcanza hasta hoy a salir. Ese es el cambio de época: el negocio fácil, la tendencia a la extorsión como regla, la estafa, los gritos, la insolencia, la promesa al viento, el desfalco del bien público, en fin, todo lo que el izquierdismo arribista suele tener en el clóset hasta llegado el momento de hacerse del gobierno y ser bolivariano con una parte del año y de la familia en Miami. Digamos que el gabinete de Macri, siguiendo la verdadera tendencia de la época, parece el de gente para la cual gobernar es lo de menos, suponiendo que importe en algo: lo que cuenta son las "relaciones" en los negocios, lo que ni siquiera los convierte en tales, sino, para Argentina, apenas en sucursal o franquicia de los de otros, foráneos
   

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