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jueves, 28 de julio de 2016

CLINTON EN SU KINDER

Que una mujer -la señora Hillary Clinton- sea tal vez la próxima presidente (no voy a escribir "presidenta") de Estados Unidos es algo histórico únicamente porque se trata de Estados Unidos.
       En la historia reciente del mundo no han faltado mujeres en algún gobierno. Para no ir más lejos, fueron los casos de Violeta Barrios (viuda de Chamorro) en Nicaragua y de Mireya Moscoso (viuda de Arnulfo Arias) en Panamá, hace no tantos años. Ninguna de ellas dejó un buen recuerdo ni parecía valer demasiado por sí misma. Tampoco fue el caso -aunque su filiación fuera de centro-izquierda- de Laura Chinchilla en Costa Rica, aunque previamente habia destacado en seguridad pública como funcionaria de gabinete. Cristina Fernández de Kirchner (otra viuda) es un caso más reciente. Tal vez sea Michelle Bachelet, actual presidente chilena, quien tenga el mayor mérito propio, tanto profesional como político, en un país difícil de reformar por los "candados" del pinochetismo.
       Es posible remontarse hacia atrás: Margaret Thacher, alguna vez primera ministra británica, llegó al gobierno hace ya ni más ni menos que unas tres décadas (por cierto que hoy la primera ministra británica es también una mujer, Theresa May). Lo curioso es que Thatcher pareció ser la primera en ganarse la reputación de "Dama de Hierro" (Iron Lady).
       En realidad, la primera en hacerse llamar "Dama de Hierro" fue Golda Meir, Primera Ministra de israel de 1969 a 1974, hace ya casi medio siglo, cuando la situación en Medio Oriente era en extremo tensa. También de ganó esta fama de "Dama de Hierro" Indira Gandhi, dos veces primera ministra de India entre 1966 y 1984. También fue llamada "Dama de Hierro del Islam" Benazir Bhutto, Primera Ministra de Paquistán en dos ocasiones entre 1988 y 1996. Varias tuvieron un desenlace trágico, puesto que Indira Gandhi y Benazir Bhutto fueron asesinadas.
      En general, el papel de las viudas-dependientes ha sido menor que el de las mujeres de verdad independientes. De estas segundas, varias eran hijas de padres con autoridad reconocida: Indira Gandhi, hija de Jawaharlal Nehru, prácticamente fundador de India independiente en 1947 y artífice del Movimiento de los No Alineados; y Benazir Bhutto, hija de Zulfikar Ali Bhutto, presidente de Paquistán a principios de los setenta (derrocado por un fascineroso, Zia ul-Haq, instigador de la guerra de Afganistán en 1979) y fundador del Partido popular de Paquistán.
       Con Hillary Clinton es un poco distinto: es la mamá de Chelsea Clinton, algo grandioso ("ser una hija así o tener una hija sí, etcétera"), mientras nadie se acuerda de William Clinton, porque es el típico hombre estadounidense sin autoridad -a diferencia del latino, no le alcanza ni para primogénito de su señora-en medio de un matriarcado de mujeres a la vez tontas, despiadadamente interesadas y caprichosas, según el excelente retrato que hiciera alguna vez de ellas Sam Shepard en "Far North". Digámoslo de otra manera: Chelsea es hija de mami, mientras que Ivanka Trump es hija de su padre. Detrás de esta historia de los Clinton, como de novela de Danielle Steel para leerse de un tirón en un fin de semana en la playa, llena de la peor ñoñería gringa (casi como si fuera "En familia con Chabela"), con la señora Clinton dirigiéndose a las niñas, bien pudiera estar en política lo que ya está en familia: otra "Dama de Hierro", y especialmente peligrosa. Hillary Clinton podrá decir lo que quiera: su visión del mundo, fuera de Estados Unidos, no es la de un kindergarten, aunque una horda de analistas se comporten como quien espera estrellita en la frente (los hay que incluso biberón).  

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