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miércoles, 19 de octubre de 2016

TERCER MUNDO: UN CIERTO TUFILLO

Un reportaje reciente del portal ruso Itar-Tass recordaba la frecuencia con que el fascismo fue admirado en el Tercer Mundo, incluso entre miembros del "espíritu de Bandung" (nacido en 1955) que dio lugar al Movimiento de los No Alineados. No es un secreto que distintos países sudamericanos (muy señaladamente la Argentina de Juan Domingo Perón, admirado por lo demás por Fidel Castro Ruz) dieron refugio a jerarcas nazis (ocurrió también en Paraguay, Chile, Bolivia, Perú y Ecuador). Nunca faltó en América latina la admiración por la Alemania "humillada" que supo levantarse, como tampoco la admiración por Japón, del mismo modo en que abunda hoy la admiración por el imperio estadounidense.
         El nonagenario líder de Zimbabue, Robert Mugabe, adalid de los No Alineados, llegó a compararse a la vez con Hitler y con Cristo. "Hitler tenía su tiempo, declaró Mugabe. Yo, como Hitler, tengo solo un objetivo: la justicia y la soberanía de mi pueblo, el reconocimiento de su independencia y su derecho a controlar sus recursos. Si esta política es Hitler, entonces seré Hitler diez veces más. Hitler diez veces, eso es lo que representamos".
       La Conferencia de Bandung de 1955 fue presidida por el presidente indonesio Sukarno y no faltaron delegados admiradores de Hitler. Lo que existe hoy en Bandung es una cafetería Soldatenkafee tapizada de esvásticas, y carteles y fotos de Hitler. Algunos empresarios indonesios, como los partidarios de Prabowo Subianto (candidato a presidente en 2014), no dudan en decir: "necesitamos un Adolfo Hitler, para restablecer plenamente el orden público".
      En Turquía, Recep Peker, secretario del Partido Republicano kemalista Popular, y luego primer ministro de Turquía, visitó el Berlín nazi y se mostró encantado por el nacional-socialismo. En la misma Turquía, el actual presidente Recep Tayyip Erdogan mencionó a principios de este año 2016 a Hitler como modelo de control, en particular presidencial.
      En Paquistán, "Hitler" es una palabra que se usa para referirse a una persona que defiende su punto de vista ("es un Hitler"). Algunos automóviles circulan con el lema "Me encanta el nazi" en los parachoques traseros. En India, Mein Kampf se lee mucho: "es un clásico, tenemos que venderlo", argumentan los libreros, a sabiendas de que está de moda creerse que "India es para los hindúes"
       En realidad, sucede que no se sabe con exactitud qué representó Hitler: Hugo Chávez, líder venezolano, comparó a la canciller alemana Angela Merkel con Hitler -Itar-Tass recuerda que, desde luego, no se trataba de un cumplido.
       Se ignora que el imperialismo estadounidense prefirió a la larga seguir el camino de los imperialismos británico y francés y coquetear con el nazismo alemán -sobre todo hacia el final de la segunda Guerra Mundial, en el caso de Washington- antes que aceptar la realidad del sovietismo. En los años previos a esa conflagración mundial, el nazismo fue alentado en Occidente para lanzarlo contra la Unión Soviética -baste recordar el episodio del incendio del Reichstag-, pero hoy no hay necesidad de "fascismo" -no en la forma en que existió- porque no hay "país de los trabajadores" que amenace al capital, cuyo predominio es por lo demás financiero y no productivo. Con la exacerbación del imperialismo -que aspira a la "paz perpetua", la de los sepulcros- es suficiente, y tal vez sería más útil y benéfico pararlo que retratarlo como "fascista". Estados Unidos no es hoy un país fascista, pero sí un país que delira -perdió el sentido porque la sola ganancia o el solo negocio no lo tienen- por el imperialismo.

ESCOGER ENTRE INCONVENIENTES

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