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lunes, 15 de mayo de 2017

ANTI TODO

El tercermundismo rara vez fue marxista y muy pronto comenzó en la posguerra a difundir propaganda de "identidades", desde la negritud de Aimé Césaire hasta el feminismo de una Simone de Beauvoir que, como Jean Paul Sartre, no fallaba una en confundir emancipación y "libertades". Cuando la hubo, la alianza entre tercermundismo y sovietismo fue circunstancial, puesto que los seguidores de quienes dieron el virtual golpe de 1956 consideraron que, desde luego, el "estalinismo" no era el modelo a seguir y, en adelante, que mucha de la autoridad en general no era tampoco modelo a seguir. El tercermundismo, con sus negros, indios e indias (a lo Menchú) y féminas encontró ecos en los 68 que enarbolaban junto a las "libertades" la efigie del supuesto liberador Ernesto Che Guevara, después de haber adorado con frecuencia a Trotski y Mao. Ese 68 fue el "puente" entre tercermundismo, izquierda tercermundista y recuperación estadounidense, de tal modo que fueran los conservadores  quienes recogieran las "libertades". Tal vez no sea casual que muchos movimientos de liberación nacional del Tercer Mundo tuvieran a fin de cuentas más puntos de anclaje y afinidades en Estados Unidos que en la Unión Soviética.
       Fue por este camino que el izquierdismo -que es lo que queda de la izquierda- terminó siendo el platillo favorito de las cafeterías de campus estadounidenses y otros y la punta de lanza de quienes no cejan en perseguir el fantasma de "libertades" que suelen ser frívolas y de renta. En efecto, cada renta (la renta-mujer, la renta-negro, la renta-indio, etcétera, sin creación individual) da para ser punta de lanza de una oligarquía financiera que busca como sea abortar cualquier recuperación de un capitalismo productivo. El tercermundismo-izquierdismo sirvió la mesa al ser a la vez antiimperialista y anticapitalista, dejando de lado dos cosas: 1) el capitalismo es contradictorio (para decirlo de manera simplista, tiene de "bueno" y "malo"), y 2)no puede haber transición hacia un régimen distinto (socialista) que no recupere "dentro" de las contradicciones capitalistas. En cambio, al atacar todo capitalismo y haberse olvidado del trabajo y la dimensión productiva, el izquierdismo-tercermundismo sirve a la oligarquía financiera y sus derivas de control "total" de la sociedad y del planeta. Nunca debió ser tratado como un secreto que el tercermundismo jugaba la carta estadounidense ascendente -y hoy casi incapaz de salir del predominio financiero- contra la "vieja Europa" industrial y "disciplinaria" spuestamente dedicada a vigilar y castigar (parafraseando a Foucault). El resultado es que, sin considerar las contradicciones del capitalismo y siendo anticapitalista en abstracto, no hay transición ni alianzas pensables, ni sujetos, sino individuos "identitarios" (los ya mencionados).

GENTE PERFECTA

 El llamado en inglés reality show  puso de moda dejar el pudor y el sentimiento de verguenza -confundido con el de culpa- de lado y, para i...