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miércoles, 23 de agosto de 2017

EL INTELECTUAL DEL "BLOQUE"

El "bloque histórico" encabezado por la alta finanza necesita de intelectuales. Desde la gran difusión de las obras del italiano Antonio Gramsci, entre los '70 y '80 del siglo pasado, muchos de los intelectuales creen ser quienes aseguran la hegemonía del "bloque" en la "ética del Estado" y en las "fortalezas y casamatas" de la sociedad civil en disputa. Haciéndose los portavoces ya no de las masas ni del pueblo, sino de los ciudadanos y de la sociedad civil, se colocan en realidad por encima del Estado como tribunal -al igual que los medios de comunicación masiva- y para repartir premios y castigos, creyéndose imprescindibles por esa "voz", aunque en realidad sean escuchados por muy pocos. Son los intelectuales mediáticos, el tipo de persona que es "conocida por el hecho de que se le conoce", no por otro mérito. El "bloque" los necesita para crear un "efecto de debate" (estimula incluso la crítica contestataria, izquierdizante), aunque en realidad no lo haya.
       No lo hay porque los intelectuales-vedettes decidieron hace rato que el significante-imagen acústica no remite a la producción de un significado y un referente, a la determinación histórica de las palabras. Remite a otro significante-imagen acústica que se desliza y se insinúa, y que, una vez autonomizado en una lógica de conjunto, cree que tiene poder decisión en la realidad porque tiene el poder de interpretarla al antojo, a capricho. Son los intelectuales del recorte arbitrario de la realidad y del vocabulario de la ficción (narrativa, relato) que se cree capaz de incidir sobre esa misma realidad.
       Como en la alta finanza, aquí, detrás de las palabras, no hay trabajo, ni siquiera el de pensar seriamente- más allá de la mundanidad- lo que se dice en el programa de TV, en el griterío de la radio o incluso por la Web. Lo que hay son alzas y caídas en las cotizaciones por twitter, Facebooks-Bolsas y modas -siempre en la coyuntura, siempre- que como vienen se van. Las diferencias con el entretenimiento -entre lo serio y lo frívolo- tienden a desdibujarse. El "bloque" tiene su lumpen-intelectual, el que sale a marear el punto, al chantaje de todos desde la "sociedad civil", a llevarse su tajada de reputación estando en todas y sin comedimiento, en fin, a intimidar desde las grandes alturas del protagonismo; y el mismo "bloque" tiene al intelectual-gestor que "administra" la forma en que hay que hablar, seleccionando el lenguaje, y por ende lo que hay que pensar. Vaya, el relato que hay que contarse y la narrativa que hay que ostentar, así sean pura ficción.

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