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viernes, 8 de diciembre de 2017

AMOR Y PAZ

Las fuerzas comunistas, que en el caso de América Latina tuvieron algún poderío hasta los años '30/40, salvo excepciones (como Chile y Uruguay), cayeron en la autofobia a raíz del XXavo Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), celebrado en 1956, en el cual el líder soviético Nikita Jrushchov dió a conocer el (hoy se sabe) supuesto terror de Stalin. Los adversarios aprovecharon y crearon el "paradigma anti-Stalin", estableciendo las equivalencias comunismo=terror y comunismo=estalinismo. Muchos partidos comunistas (como los eurocomunistas de Italia, Francia y España) terminaron tratando de deslindarse y al hacerlo acabaron con menos fuerza aún.
       La izquierda en general cayó en la autofobia justo al momento en que, siempre para usar la caracterización del estudioso italiano Domenico Losurdo, el capitalismo empezó a dar en el autobombo: con la caída del sovietismo en 1989-1991. Desde entonces, la "tercera vía" que el propio capitalismo había soltado por ahí dejó de tener vigencia y la izquierda concluyó que tenía que "adaptarse o perecer", para lo que empezó a ceder lo máximo esperando conservar lo mínimo. Muchos se deslindaron del supuesto "experimento" soviético, que dejó así de ser experiencia de aciertos y errores de la cual extraer lecciones. A la larga, la propia izquierda socialdemócrata resultó perjudicada y carece hoy del empuje de antaño. No hay centro entre el capitalismo y la nada, ni puede haberlo. Quienes dicen que hay que tomar "lo mejor de los dos sistemas" quieren el lucro con Estado de Bienestar, que es la vuelta al "esplendor" de la segunda posguerra.
      La izquierda dejó de atreverse a hablar de socialismo (ya ni se diga de comunismo, que nunca fue lo suyo) y se limitó en su autofobia a "fugarse de la Historia" (parafraseando a Losurdo), con propuestas tan vagas como "otro mundo es posible" y así por el estilo. Desde luego que "otro mundo es posible": para peor, por ejemplo. La izquierda dejó también de atacar al imperialismo y a lo sumo acogió a la derecha del partido Demócrata estadounidense (hasta en Cuba hay muchos dispuestos a seguirlo) como máximo horizonte posible. La propuesta del "socialismo del siglo XXI" no duró en Venezuela (entre otras cosas por el anticomunismo de algunos chavistas como Diosdado Cabello). La izquierda que nació con el capitalismo en la Revolución francesa (y no contra él) dejó de reclamar igualdad (lo entendió para bien o para mal como nivelación por lo bajo), se olvidó por completo de la fraternidad y se quedó no con la libertad, sino con "lo libertario", otra vez al gusto de los Demócratas estadounidenses. Más de uno llegó a creer que sin el comunismo y cediendo lo máximo sería más fácil: ya no habría la posibilidad de establecer la equivalencia izquierda=comunismo, aunque el capitalismo estableció otras (izquierda=populismo, izquierda=Norcorea o izquierda=anacronismo). Con la autofobia no hay nada que enseñar (predicar con el ejemplo) ni que aprender (de una Historia que según la izquierda "no es la suya", aunque ya no tiene una propia). Salvo excepciones, la izquierda dejó incluso de tener un lenguaje propio, que correspondiera a sus intereses: se limitó, como el capitalismo estadounidense (the pursuit of happiness), a proponer "perder el miedo a ser feliz". Amor y paz.

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